De atentados democráticos y crisis taurina

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Escribo este artículo a pocos días de que comience la “Feria de Quito”, un ritual que se realiza cada año en mi ciudad donde aproximadamente 70 toros son sacrificados a la luz de música, vino y tertulia. Y lo escribo con la indignación propia de un ciudadano que se siente defraudado por el sistema, impotente ante el poder del dinero, pero con la frente bien en alto y las ganas propias de quien lucha por sus convicciones.

La feria de este año está ingratamente marcada por la prepotencia y el atropello a la democracia.

El 7 de mayo se realizó en Ecuador una consulta popular donde la ciudadanía a través de su voto en las urnas, decidía sobre ciertos temas de importancia, entre ellos y por primera vez en la historia del Ecuador, se consultaba sobre un tema directamente relacionado con el maltrato animal. La pregunta número 8 rezó así: ¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal? ante la cual un 54,90% de los votos a nivel nacional llevó marcado el SI por la prohibición. Claro está que la pregunta delimita la decisión al ámbito cantonal, en cuyo caso me referiré específicamente al Distrito Metropolitano de Quito donde 54,43% (674.093 quiteños) votaron por el SI, versus 45,57% (564.302 quiteños) que lo hicieron por el no. Para detalles completos de la votación, por favor descarga el estudio haciendo clic y visita este post)

Obviamente que las voces del empresariado y los aficionados taurinos se harían escuchar, y no faltaba más están en su derecho como minoría (entiéndase menos de la mitad, en este caso mucho menos) que son.

Lo triste es que en una voltereta política y mediática, ante lo contundente de estos resultados, el  Municipio de Quito discutió, a través de una Comisión Taurina, el destino de las “tardes de faena” a la tradicional usanza española. El primer horror de esta historia: que una comisión taurina discuta una prohibición taurina exigida por el pueblo. (Descarga aquí el informe emitido en primer debate por la susodicha comisión)
Como no podía ser de otra manera, la tal comisión hizo lo imposible porque la “tradición” se mantuviese. Claro, para defenderla a ultranza, la tradición es indeleble, pero para mantenerla ante la presión social, ésta se deforma de acuerdo al interés del empresariado. Así, esta comisión reformó la ordenanza taurina que regía al momento y transformó las corridas hacia la usanza portuguesa, lo que implica la muerte del toro en privado, lejos de los tendidos, en los corrales o chiqueros, con un puntillazo invisible al público. Seguramente un puntillazo nada sutil para dominar a un bóvido sangrante, nervioso y moribundo.

El Dr. Barrera en entrevista de abril 2009

En el año 2009 mientras trabajaba para la fundación Protección Animal Ecuador tuve la oportunidad de entrevistar al entonces candidato Dr. Augusto Barrera con quien abordé temas relacionados a fauna urbana, animales de consumo y de espectáculos.
Los videos relacionados se encuentran en http://alturl.com/wygmh y http://alturl.com/h6vp8. El audio puede ser descargado dando clic aquí http://alturl.com/y68px.
Y para referirme concretamente al tópico relacionado, en el minuto 6:27 realicé la pregunta sobre animales en espectáculos y al minuto 07:21 la respuesta de actual Alcalde de Quito fue “yo lo que les puedo asegurar es que ninguna manera voy a hacer inversión de un dólar de recursos públicos en el estímulo de ese tipo de espectáculos” (refiriéndose a corridas de toros y peleas de gallos) . ¿No es acaso recurso público el dinero con el que se paga sus horas de trabajo a un grupo de  concejales que conforman una Comisión Taurina Municipal? No creo que exista más claro ejemplo de inversión de dinero de los contribuyentes, en corridas de toros, que pagar a empleados municipales por discutir, redactar, reformar, impulsar y promover marcos jurídicos relacionados a este sangriento espectáculo repudiado por la mayoría de esos mismos contribuyentes. Segundo horror: la promesa incumplida del alcalde.

El resumen de esta primera parte es que, a pesar del pronunciamiento la mayoría una población apta y conciente para decidir, sus representantes hacen caso omiso de ese deseo, y perpetúan por gusto personal, de una minoría, y sobre todo del capital, un triste evento de maltrato animal. ¡Qué dolor como ser humano y como ciudadano que creía aún en la democracia!

Pero no todo está perdido todavía. La industria taurina sufre de muchos reveses, no sólo en el Ecuador. Y el revés más importante es el creciente repudio a un espectáculo de maltrato promovido a través de todas las herramientas de publicidad y marketing. En ese sentido, la empresa organizadora ha hecho nuevamente uso de la capacidad de creativa de doña Catalina Chiriboga (desconozco si sigue siendo presidenta de Citotusa) y su empresa de publicidad, un año más se ha aliado con multinacionales como la telefónica Claro, empresas nacionales como Interdin (Diners Club) y asegurado sus vallas publicitarias con la empresa LetraSigma por toda la ciudad. Hay que rescatar la capacidad creativa y publicitaria de los involucrados, que pena se use para promocionar tan triste circunstancia.
El repudio, decía, deviene de un progreso moral donde cada vez más los ciudadanos refuerzan su empatía con el animal y entienden que el toro sufre por sus heridas, y que la supuesta “lucha” es un cínico espectáculo desigual para llenar los bolsillos de algunos.
Cuando analizamos que existen abonos de hasta 1.518,00 dólares, que se conoce del propia mano de un serio semanario taurino que las máximas figuras de esta profesión cobran sobre 200.000 euros la tarde (¡la tarde!), entonces se deduce en una bofetada a la economía de la mayoría. Me pregunto si el millón y más de dólares que se pagarán a los toreros extranjeros, podrían ser utilizados en otro tipo de situaciones. Pero ¡bueh!, la economía de mercado, ¿no?.

Este año, la “mejor feria de América” también decae en el “top ten” ya que solo 4 matadores y 4 rejoneadores se encuentran de acuerdo al escalafón (publicado por el mismo serio semanario taurino) entre los 10 “mejores”, y se rellena con novilleros mejor posicionados (y más baratos) y los nacionales. Es decir, esta “fantástica y tan esperada” feria, no contará con la crema y nata del toreo, ¡un insulto para el aficionado!
Julián López “El Juli” en un ejercicio más sincero, desisitió de participar en la feria de Quito, pues él se considera matador y la usanza portuguesa no van con él. ¡Cierto! ¿Qué pasaría con José Tomás? Este “maestro” matador también faltará en la feria, al igual que el ecuatoriano Guillermo Albán.

¡Ah! la organización ha colocado sendos carteles en las boleterias de la plaza donde anuncia (finalmente y sin vacilaciones) el cumplimiento de la resolución de la Defensoría del pueblo que restringe el ingreso de menores de 12 años a las tardes. Tendremos que estar antentos a que se cumpla, caso contrario, ¡a denunciar!

Enseñando maltrato animal, en la Escuela Taurina de Quito

Otro gran problema para la industria será la calificación que permitirá ubicar a los toreros en el escalafón. Me pregunto con qué se va a premiar este año. Si el toro no muere, o más bien dicho, su muerte demorará en los chiqueros, los organizadores tienen que haber conseguido ya, orejas y rabos de plástico, me supongo. Con todo tendremos que estar atentos a los “premios” luego de cada faena.
La fuerza de la lucha por un trato justo a un ser que sufre y siente al igual que el humano, es demasiado fuerte a la final para el dinero y el gusto personal. Las corridas han evolucionado desde cuando se utilizaban jaurías de perros  para que luchen contra el toro, han evolucionado desde cuando el disfrute máximo del respetable era ver en la arena caballos destripados (Goya también retrato muy bien estas actividades en su serie Tauromaquia mas ¡que poco hablan los taurinos sobre esa época! ¿verdad?), y seguirán evolucionando hasta el punto de su desaparición.
No es un asunto político. La prohibición aprobada por la mayoría del pueblo quiteño fue desaprobada por candidatos tanto del oficialismo como de la oposición en el consejo Municipal. Hacer creer que este es un asunto político y contemporáneo es un insulto a los primeros movimientos antitaurinos, seguidos de nuestros abuelos y padres que ya no consideraron enseñarnos como “normal” asistir a una corrida en la “monumental de Iñaquito”, y rematado por los fuertes y cada vez más organizados grupos de protección animal y cultural que comenzaron su trabajo de protesta, propuesta y educación en los años ochenta. La abolición de los espectáculos crueles es un  compromiso que va de la mano con el progreso de la paz.

A ese respecto, concretamente en Quito, el alcalde Augusto Barrera y los concejales están en deuda con su pueblo.

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