El 04 de octubre de cada año se celebra en el occidente del planeta el Día Mundial de los Animales, en honor al Santo Católico San Franciso de Asís, el “santo de los animales”. Se conoce que Francisco ensalzó la figura de los animales como criaturas de Dios, merecedoras de toda protección, respeto y consideración.
Trascendiendo el festejo religioso, la sociedad actual ha tomado dicha fecha para conmemorar la relación que los seres humanos mantenemos con los animales. Una relación histórica y fundamental, ya que sin la presencia de los animales en este mundo, nuestra existencia simplemente no hubiese sido posible y definitivamente hoy por hoy, nuestra vida estaría incompleta. Nada más destellante que resplandor de la luciérnaga, nada más interesante que la metamorfosis de la mariposa, nada más liberador que observar el vuelo libre del cóndor o el galope del caballo libre en el páramo, nada más asombroso que la migración de las ballenas y las aves.
Los animales son seres vivos que tienen capacidad de sentir. Perciben el mundo a través de sus sentidos, procesan los estímulos en su cerebro y generan sentimientos y acciones de acuerdo a cada situación vivida. Los animales sienten: miedo, dolor, angustia, alegría y regocijo; ese abanico de sentimientos y expresiones los hacen muy parecidos a nosotros. ¿Quiénes somos para arrebatarles su tranquilidad, su vida libre, su propia “animalidad”?.
En el Ecuador, decenas de miles de animales sufren diariamente de una vida penosa y de sufrimiento. Cientos de miles de perros y gatos deambulan en la calle en busca de alimento y abrigo. Otros miles de animales de fauna silvestre como loros, periquitos, guacamayos, monos chorongo, ardilla o araña, caimanes, entre otros, mueren víctimas del tráfico ilegal de especies. Miles de gallos, perros, toros, cerdos, vacas, llamas, cuyes y hasta leones son utilizados en espectáculos de entretenimiento como circos, peleas, corridas y eventos rituales donde sufren para diversión humana y supuestas tradiciones. Finalmente, millones de pollos, lechones, pavos, vacas, cerdos, atunes y otros peces, avestruces, cangrejos, tortugas, serpientes, escarabajos y otros son criados en terribles condiciones o raptados de sus hábitats y faenados de una forma que les produce enorme cantidad de sufrimiento; la crianza intensiva de animales destinados a consumo es la principal causa de contaminación ambiental, deforestación, inequidad social y sufrimiento animal.
Pero muchas cosas están cambiando y rápidamente. La sensibilidad hacia el dolor de los animales y el crecimiento de la conciencia para su protección es una realidad desde hace muchos años, y este sentimiento social aumenta aceleradamente. Muchísimas personas han tomado la decisión de adoptar perros y gatos rescatados de las calles para que sean sus compañeros de hogar y de vida; miles de personas han optado por mudar a una dieta vegetariana rica y nutritiva donde los ingredientes de origen animal no son necesarios; los espectáculos violentos que utilizan animales son muy mal vistos por la mayoría de la sociedad; el uso de animales con fines rituales se hace cada vez más difícil de aceptar. La protección a los animales no es una cuestión superficial o innecesaria, al contrario, representa la búsqueda de valores de paz y convivencia armónica en una sociedad; compartimos el planeta y la salud de los animales tiene impacto directo en la salud de las personas y la conservación del medio ambiente y es la triada sobre la que se apoya el concepto de Una Sola Salud promulgado por las Naciones Unidas.
El ser humano no es el único animal que vive en este planeta y debemos comprender que los demás habitantes animales de la ciudad requieren espacio y cuidado de nuestra parte, y que aquellos que están en espacios silvestres deben vivir libres en sus propios ecosistemas. Una sociedad humana que aprende a convivir con los animales está garantizando el éxito de su propia subsistencia y de la tan anhelada paz. En Ecuador la Naturaleza tiene derechos y por ende sus animales. Comencemos a ejercer ese derecho que les asiste en cada una de nuestras actividades diarias y desde cada uno de nuestros espacios. Es más fácil de lo que creemos. En octubre y durante todo el año ¡QUE VIVAN LOS ANIMALES! –